En la búsqueda de hacer compatibles los usos agrícolas y ganaderos del suelo con la producción de energía solar, surge la idea de la agrovoltaica.
Una sinergia entre ambas actividades que se posiciona como alternativa para hacer más sostenible un sector clave para la lucha contra el cambio climático (la fotovoltaica), a la vez que se logran usos y rentabilidades adicionales a los terrenos donde se ubican los proyectos, más allá de la propia generación de energía solar.
La aplicación de este concepto, sin atribuirle aún el término agrovoltaica, comenzó en el Sur de Europa, hacia 2013.
Unos inicios en los que no había normativas que establecieran este tipo de buenas prácticas. Eran los propios productores de energía los que decidían combinar ambas actividades, tanto para reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera como para beneficiar a la agricultura y la ganadería local.
En la actualidad, la agrovoltaica ha evolucionado hacia diseños específicos de plantas fotovoltaicas adaptadas a cualquier tipo de actividad agropecuaria y cuenta con más de 2,8 GW instalados en el mundo.
¿En qué consiste la agrovoltaica?
La agrovoltaica, o también conocida como agrofotovoltaica, es un sistema integrado de producción de energía solar y agrícola.
Se trata de un sistema que permite maximizar la producción de energía solar, al tiempo que se mantiene el cultivo directo de las tierras y/o la cría de ganado. Es decir, los paneles solares conviven con los cultivos y pastos.
Para ello, la instalación solar debe contar con unas características técnicas y físicas que respeten dichas actividades agropecuarias.
Las placas solares se instalan en sistemas de soporte fijos que las elevan unos cinco metros por encima del terreno, permitiendo así el acceso de la maquinaria agrícola. También pueden instalarse en los techos de los invernaderos.
Las instalaciones de agrovoltaica pueden contar, además, con sistemas de seguimiento a través de complejos software, que permitan la orientación de los paneles solares para incrementar su eficiencia y proyectar la sombra en zonas diferentes según las necesidades de la vegetación.
Otro sistema es la agrovoltaica dinámica, que consiste en instalar paneles solares sobre cables elevados. Esta es una alternativa ligera y desmontable que permite moverlos en función de cada estación del año o de las necesidades del cultivo.
Por su parte, la energía solar generada en la instalación agrovoltaica puede ser utilizada para el autoconsumo, abasteciendo las necesidades energéticas de la explotación agrícola.
Además, la agrovoltaica también se encuentra ligada al smart farming, que permite un rendimiento mayor gracias al uso de nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial, el big data o el Internet de las Cosas. A su vez, impulsa el desarrollo de los pueblos inteligentes (smart villages).
Ventajas e inconvenientes de la agrovoltaica
En el aspecto medioambiental, el principal beneficio que aporta la agrovoltaica es la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en el sector agrícola.
Además, el uso compartido del terreno para la producción de energía y las actividades agrícolas alivia la presión sobre los ecosistemas y la biodiversidad, que se ven afectados cuando se amplían las zonas de cultivo.
La instalación de paneles sobre los cultivos, a su vez, permite crear zonas de sombra que los protege de los eventos climáticos adversos y reduce la evaporación del agua del suelo y permite la recuperación de aguas pluviales.
La agrovoltaica permite la utilización rentable de parte de las tierras agrícolas abandonadas y aumentar el valor económico de las explotaciones en más de un 30%, al mejorar la eficiencia y rendimiento de los terrenos. Además, también crea valor económico compartido junto a las comunidades rurales locales.
Como desventajas, cabe mencionar la sombra que proyectan los paneles solares, que pueden afectar a la productividad de los cultivos, obligando a optar por plantas más resistentes y restringiendo aquellas más dependientes de la luz solar.
Esto implica que las latitudes donde la agrovoltaica funciona mejor es en zonas más cálidas, donde la luz solar es igual de intensa todo el año, y no se resiente la rentabilidad.
Otro aspecto a tener en cuenta es la alta inversión inicial que requiere, por los costes de diseño y montaje.
La apicultura integrada en la agrovoltaica
La agrovoltaica puede tener diversas aplicaciones, según el entorno donde se encuentre la instalación y el uso que se le dé a los terrenos.
Así, podemos encontrar paneles solares que ocupan el mismo terreno que cultivos de frutas, hortalizas y cereales, o bien, paneles situados en terrenos no cultivables, donde el pasto que crece bajo ellos puede servir para el ganado.
Otra aplicación interesante es en la apicultura, convirtiendo las instalaciones fotovoltaicas en espacios de protección para las abejas y zonas de producción de miel de gran calidad.
Un ejemplo que podemos ver en el proyecto de planta solar fotovoltaica Valle Solar, diseñado y promovido por Genia Solar Energy, para los municipios de Zarra y Jarafuel (Valencia).
La instalación se sitúa en territorios de escasas lluvias y tierras de poca calidad para el cultivo, sin embargo, la población de la zona cuenta con una larga tradición apícola.
En este caso, el suelo donde se ubica la planta solar es también aprovechado para el cultivo de plantas aromáticas que favorezcan la producción apícola y beneficie a los productores locales de miel, que elaboran y comercializan una amplia variedad de productos derivados.
De esta forma, la sinergia entre energía solar y apicultura generará un impacto positivo para la economía de la comarca y el bienestar de la población.
Valle Solar es un modelo de proyecto agrovoltaico sostenible y ético con el poder hacer frente al cambio climático y a la transición energética justa.