El cambio climático y la creciente necesidad de diversificar las fuentes de energía han puesto a los gases renovables, como el biogás y el biometano, en el centro de la transición energética.
Su capacidad para aprovechar los residuos orgánicos y reducir la dependencia de los combustibles fósiles los convierte en pilares clave hacia una economía sostenible.
Sin embargo, su desarrollo enfrenta retos significativos, especialmente en países como España, donde el potencial es grande, pero el progreso aún es limitado.
España y Europa: ¿líderes o rezagados en la revolución del biometano?
El biometano se ha consolidado como un vector energético esencial en Europa, impulsando la descarbonización y promoviendo la economía circular.
Según el Mapa del Biometano 2024, publicado por la Asociación Española de Biogás (AEBIG), en junio de 2024 operaban 1.548 plantas de biometano en Europa, alcanzando una capacidad instalada de 6,4 bcm (mil millones de metros cúbicos). De esta capacidad, el 81% corresponde a plantas ubicadas en la Unión Europea, lo que representa un crecimiento del 37% respecto al inventario de 2022-2023.
Este avance ha permitido que el biometano suministre energía renovable a aproximadamente 5 millones de hogares europeos, contribuyendo significativamente a la seguridad energética y a la mitigación del cambio climático.
Además, la producción de biometano ha evitado la emisión de casi 29 millones de toneladas de CO₂ anualmente y ha generado alrededor de 830.000 toneladas de fertilizantes orgánicos al año, fortaleciendo así la sostenibilidad agrícola.
España en cifras: el gran potencial frente a un progreso lento
España, a pesar de contar con un gran potencial para la producción de biometano, se encuentra rezagada frente a sus vecinos europeos en términos de desarrollo e implementación de esta tecnología.
Según datos de la Asociación Española de Biogás (AEBIG), el país podría producir hasta 137 TWh de biometano al año, suficiente para cubrir cerca del 45% de la demanda actual de gas natural. Sin embargo, a finales de 2024, apenas unas doce plantas de biometano están en operativas, en contraste con las más de 500 de Francia.
El lento progreso en España se atribuye principalmente a la falta de políticas públicas claras y estables que fomenten su desarrollo. La ausencia de un marco regulador específico, combinada con trámites administrativos complejos, ha dificultado el avance de nuevos proyectos. Por ejemplo, la inyección de biometano en las redes de gas natural aún enfrenta barreras técnicas y regulatorias que limitan su expansión.
Sin embargo, los últimos años han mostrado señales de cambio. La Estrategia Española de Gases Renovables, dentro del Marco Estratégico de Energía y Clima y de los objetivos establecidos en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2023-2030, establece metas para incrementar la producción de biometano y promover su integración en el sistema energético.
Además, proyectos piloto como el Mapa del Biometano 2024, desarrollado por AEBIG, destacan iniciativas emergentes que buscan identificar y priorizar zonas estratégicas para su producción y distribución.
Perspectivas y oportunidades de mejora
A pesar del desafío, España tiene una oportunidad única para capitalizar su potencial.
La agricultura y la ganadería, sectores clave en la economía española, generan grandes cantidades de residuos orgánicos que podrían transformarse en biometano.
Además, el desarrollo de este sector no sólo ayudaría a reducir las emisiones de carbono, sino que también impulsaría la economía circular, creando empleos en áreas rurales y disminuyendo la dependencia energética del país.
Para lograr un mayor avance en España, el país debe priorizar medidas como:
- La simplificación de los procesos administrativos, reduciendo los tiempos de aprobación de nuevos proyectos.
- La creación de incentivos fiscales y subvenciones para atraer inversiones privadas.
- El fomento de alianzas público-privadas para compartir riesgos y acelerar la implementación de nuevas tecnologías.
Si España logra superar el estancamiento actual, no sólo podría igualar a sus vecinos europeos, sino también convertirse en un referente mundial en la producción de biometano, contribuyendo significativamente a la lucha contra el cambio climático y al fortalecimiento de su seguridad energética.
La revolución agrícola y ganadera: el motor detrás del biometano
Los residuos orgánicos generados por la agricultura y la ganadería, como estiércol, purines, restos de cosechas y subproductos alimentarios, representan un importante recurso para la producción de biometano, representando hasta el 60% de las fuentes de materia prima para su producción en España.
Este potencial puede convertir al sector primario en protagonista de esta transformación, no sólo por la cantidad de residuos que generan, sino también por los beneficios económicos, ambientales y sociales que se obtienen.
Los agricultores y ganaderos pueden generar ingresos adicionales al suministrar materia prima a las plantas de biogás, además de reducir los costes asociados con la gestión de desechos.
Por otro lado, el uso del digestato, un subproducto del proceso de digestión anaeróbica, como fertilizante orgánico, ayuda a cerrar el ciclo de nutrientes en la agricultura, mejorando la productividad de los cultivos de manera sostenible.
Además, este modelo contribuye a mitigar el impacto ambiental del sector primario, reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero y promoviendo la economía circular.
A esto se suma que la producción de biometano también fomenta el desarrollo rural, creando empleos en áreas despobladas y fortaleciendo el tejido económico local.
No obstante, a pesar de su potencial, los sectores agrícola y ganadero enfrentan desafíos significativos para integrarse plenamente en la cadena de valor del biometano.
Entre estos desafíos destacan la falta de incentivos económicos, las barreras técnicas para la conexión con plantas de biogás y la necesidad de formación técnica para los productores. Sin embargo, con el apoyo adecuado, estos sectores pueden convertirse en protagonistas clave en la transición energética de España y Europa.
El biometano como palanca de cambio industrial y social
La versatilidad y sostenibilidad del biometano lo convierten en un recurso capaz de transformar sectores industriales y sociales, ayudando a construir una economía más verde y competitiva.
Innovación tecnológica: biometano en el transporte, la industria y la generación de energía
El biometano se está posicionando como una alternativa energética al gas natural fósil, especialmente en sectores difíciles de electrificar como el transporte pesado, la aviación y la industria química.
La capacidad de este gas renovable para integrarse en las infraestructuras existentes reduce los costes de transición, mientras que su producción a partir de residuos orgánicos garantiza un balance de carbono casi neutro.
En el transporte, el biometano ya se utiliza como combustible en flotas de autobuses urbanos y camiones en países como Francia y Suecia. En España, aunque este uso aún es limitado, existen proyectos piloto que están demostrando su eficacia para descarbonizar el sector, como iniciativas para abastecer vehículos municipales con biometano obtenido de residuos agroganaderos.
En el ámbito industrial, el biometano se presenta como una solución viable para procesos que requieren altas temperaturas y que tradicionalmente dependen de los combustibles fósiles. Además, su uso en la generación de energía descentralizada contribuye a la resiliencia energética, especialmente en áreas rurales con acceso limitado a las redes de distribución.
Beneficios económicos: empleo, competitividad y autosuficiencia energética
El desarrollo del biometano ofrece importantes beneficios económicos, desde la creación de empleo hasta la mejora de la competitividad de las empresas.
Según la Asociación Española de Biogás (AEBIG), el biometano tiene el potencial de generar miles de empleos directos e indirectos, especialmente en la construcción y operativa de las plantas de biogás y en la logística asociada.
La producción local de biometano también fortalece la autosuficiencia energética, reduciendo la dependencia de las importaciones de gas fósil. Esto lo convierte en un recurso renovable capaz de contribuir a la estabilidad económica y energética de países como España.
Además, su integración en sectores como la agricultura y la ganadería impulsa la economía circular, creando sinergias entre diferentes industrias. Por ejemplo, los digestatos resultantes del proceso de producción de biometano pueden ser utilizados como fertilizantes, reduciendo costos para los agricultores y cerrando el ciclo de nutrientes.
De promesa a realidad: una hoja de ruta para el futuro del biogás y el biometano
El biogás y el biometano tienen el potencial de convertirse en pilares fundamentales de la transición energética global, especialmente en un contexto de creciente presión por descarbonizar las economías. Sin embargo, para que esta promesa se convierta en realidad, es necesario abordar barreras estructurales, normativas y tecnológicas.
Innovaciones emergentes que podrían cambiar las reglas del juego
La tecnología juega un papel crucial en la expansión del biometano. Innovaciones como la biometanización avanzada, que combina biología y química para aumentar la eficiencia de producción, están revolucionando el sector.
Además, la integración de tecnologías de captura y almacenamiento de carbono (CCS) puede convertir al biometano en una fuente de energía con emisiones negativas, maximizando su impacto positivo en la lucha contra el cambio climático.
Otra innovación destacada es el desarrollo de sistemas de almacenamiento y distribución descentralizados, que permiten llevar el biometano a regiones remotas sin necesidad de grandes infraestructuras.
Estas tecnologías están siendo probadas en países como Dinamarca y Francia, y ofrecen un modelo replicable para España, donde las zonas rurales tienen un gran potencial para liderar la producción de biogás.
Recomendaciones clave para que España y Europa aceleren su desarrollo
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Establecer un marco regulador sólido y estable: La claridad normativa es esencial para atraer inversión privada. Es necesario implementar leyes que fomenten la producción y distribución de biometano, como tarifas reguladas y objetivos vinculantes para su integración en la red energética.
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Fomentar la colaboración público-privada: Los proyectos de biometano requieren altos niveles de inversión inicial. Asociaciones entre gobiernos, empresas y agricultores pueden ayudar a distribuir riesgos y maximizar beneficios, promoviendo la viabilidad económica a largo plazo.
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Incentivar económicamente la transición: La creación de ayudas, créditos fiscales y programas de financiación específicos puede acelerar la adopción de tecnologías de biogás y biometano. Además, establecer precios competitivos para la inyección de biometano en redes de gas natural incentivará a los productores.
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Simplificar los trámites administrativos: Reducir los tiempos y costos asociados con la aprobación de nuevas plantas es crucial. Un sistema más eficiente permitirá que los proyectos avancen rápidamente y aumenten la capacidad instalada.
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Desarrollar infraestructura para la distribución: La expansión de las redes de gas que permitan la inyección de biometano, así como la creación de plantas descentralizadas, garantizará que la producción llegue a los consumidores finales sin limitaciones logísticas.
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Promover la educación y la sensibilización pública: Aumentar el conocimiento sobre los beneficios del biogás y el biometano, tanto a nivel social como industrial, fomentará su aceptación y uso. Esto incluye campañas educativas dirigidas a agricultores, empresas y consumidores.
El camino hacia un futuro donde el biogás y el biometano desempeñen un papel protagonista no está exento de desafíos, pero los beneficios potenciales superan con creces los obstáculos.
Estos gases renovables no sólo representan una solución sostenible y económicamente viable, sino que también ofrecen una respuesta integral a problemas globales como el cambio climático, la dependencia energética y la gestión de residuos.
Para que España y Europa alcancen este futuro, es necesario actuar con decisión y compromiso. La colaboración entre gobiernos, empresas y ciudadanos será el motor que impulse esta transformación, garantizando que el biogás y el biometano cumplan su promesa de liderar la transición hacia un modelo energético más limpio, inclusivo y resiliente.